El día 12 de diciembre se hizo pública la sentencia del caso de los jugadores de la Arandina, de la que, ya todos los medios denominan, una “sentencia ejemplarizante”. Así y todo, tras la euforia colectiva, me asaltan, y supongo que a todo jurista, mil interrogantes, ¿aplicación estricta de lo establecido en el Código Penal?, ¿acaso las sentencias no deben ser justas y reflejo de la aplicación de penas proporcional de los hechos acreditados, y no una sentencia modélica que disuada de cometer nuevos delitos similares?, ¿hay delitos de 1ª clase y delitos de 2ª clase?, ¿por qué no se dictan sentencias ejemplarizantes en los casos de violencia contra la mujer todos los días?, ¿ por qué matar a un hijo es menos penado que violar?, y así una larga lista de interrogantes que hoy nos acechan a todos y que, desde mi punto de vista, están generando inseguridad jurídica, ya que habrá víctimas que tengan la suerte de tener unos miembros judiciales que deseen redactar una sentencia ejemplarizante y otras víctimas que no tengan esa suerte, y yo conozco a demasiadas que no la han tenido.
Las voces de todos los ámbitos de la sociedad se alzan y pelean para ver quién grita más y más fuerte, y el circo mediático está garantizado. Twitter ya se ha vuelto loco con los innumerables comentarios al respecto, y algunos con muy poca gracia o rozando lo delictivo, los cuales se ha procedido a borrar con la velocidad que requiere dejar que sea leído de forma masiva y, la prudencia que requiere evitar una cuantiosa demanda civil por vulneración del derecho al honor de la víctima y de su familia. Dejemos de culpar a las mujeres, hoy en día ese argumento viejuno de que debemos tener cuidado nosotras, ya no aplica.
No quiero caer en estas banalidades, ni quiero pecar de parcialidad. Así que como jurista hoy necesito dar voz a esas víctimas que no tiene tanta “suerte” si se me permite denominarlo así, de tener un caso muy muy mediático que les ayude cual barco de vela en el mar y, por supuesto, como jurista, no puedo hoy dejar de dar voz a aquellos clientes varones, que por distintos motivos se ven imputados de delitos parecidos y que el rastro mediático de estas sentencias les va a perjudicar en el ejercicio de su derecho a la defensa. Estos últimos, son los que sin ser “manada”, van a sufrir la aplicación estricta de un código penal que será implacable con ellos, porque de lo contrario, su caso se convertirá en mediático, y la condena social será aún peor que la penitenciaria. Son aquellos que una noche salen con amigos, toman copas, conocen a una chica y los dos de común acuerdo (ambos bajo los efectos del alcohol), deciden “enrollarse” y al día siguiente les detienen por agresión sexual. Estas decisiones tampoco nos ayudan como mujeres, ya que estamos coartando nuestra libertad de beber si lo consideramos oportuno y de tener relaciones con las personas que de común acuerdo decidamos, así que siento decir, que NO, no todo vale en esto de la defensa de nuestros derechos como mujeres.
Cada vez surgen más casos de las mal denominadas “Manadas”, ¡pobres animalillos! Qué mala suerte que se utilice un término del reino animal para dar identificación a casos de auténticos delincuentes. Iremos viendo cómo evoluciona esto, que considero, casi con toda seguridad, que la sentencia será recurrida y probablemente, modulada por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León.